¡Hola, amantes de la botánica y exploradores de la historia que se esconde entre el verde urbano! Hoy, en nuestro recorrido por los fascinantes parques y jardines de Toledo, nos adentramos en un espacio que es, en sí mismo, un puente entre culturas y un lienzo vivo de la botánica: el Parque Ciudad de Nara.
Toledo, Ciudad Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es un crisol de culturas donde cada rincón cuenta una historia milenaria. En este contexto, el Parque Ciudad de Nara surge como un espacio verde único. Su nombre, resuena con la antigua capital japonesa, Nara, y es un testimonio vivo de una conexión que trasciende continentes. Este parque no es solo un pulmón verde para el barrio de Buenavista donde se asienta, sino un símbolo perdurable de la amistad internacional.
Un Hermanamiento con Raíces Profundas
La historia del Parque Ciudad de Nara está intrínsecamente ligada a un significativo acto diplomático: el hermanamiento formal entre Toledo (España) y Nara (Japón), oficializado el 11 de septiembre de 1972. Este vínculo buscaba fomentar una “cordial relación de amistad” a través de intercambios culturales, industriales, económicos y turísticos, con el objetivo final de contribuir a la paz entre los pueblos. La solidez de esta unión se ha mantenido a lo largo de décadas, celebrando su 50 aniversario en 2022 con la visita del alcalde de Nara a Toledo. Nombrar un espacio público tan vital como un parque en honor a una ciudad hermanada es una forma poderosa de integrar esta relación en la vida cotidiana y la identidad de los toledanos.
Aunque las fuentes no nos dan una fecha exacta de su “primera piedra”, un hito importante fue su inauguración o una fase significativa de reurbanización durante el mandato del alcalde Emiliano García-Page (2007-2015). Es crucial diferenciar este parque de su homónimo japonés, inaugurado en 1880 y famoso por sus ciervos y templos. El Parque Ciudad de Nara de Toledo es una creación más contemporánea, que ha evolucionado con el tiempo, integrándose en la planificación urbana del barrio de Buenavista.
El Tapiz Botánico del Parque de Nara: Un Recorrido por sus Especies
El Parque Ciudad de Nara es un excelente ejemplo de cómo la planificación urbana y la botánica se fusionan para crear espacios funcionales y estéticos. Su vegetación arbórea, según un inventario, se compone de 2.228 árboles de 32 especies diferentes, pertenecientes a 18 familias taxonómicas. Esto demuestra una notable diversidad para un parque urbano.
Entre las especies más frecuentes, es decir, las que tienen un mayor número de individuos, encontramos verdaderos protagonistas de nuestros paseos:
- El olmo de Siberia (Ulmus pumila L.).
- El arce negundo (Acer negundo L.).
- La falsa acacia (Robinia pseudoacacia L.).
- El pino piñonero (Pinus pinea L.).
- El plátano de sombra (Platanus orientalis).
- La adelfa (Nerium oleander).
- Las Sabinas (Juniperus sabina).
- El taray (Tamarix spp.).
- El ciprés común (Cupressus sempervirens L.).
En cuanto a las alineaciones que dan forma a los paseos, podemos ver especies como las catalpas (Catalpa bignonioides Walter) y las moreras (Morus alba L. y Morus nigra L.). También se han registrado otros cipreses como el x Cupressocyparis leylandii (Dallim. & A.B. Jacks.) Dallim. & A.B. Jacks y el ciprés de Arizona (Cupressus arizonica Greene).

Un detalle fascinante que une la botánica con la gestión urbana es la plantación, en 2018, de diez ejemplares de morera sin fruto (Morus alba ‘Fruitless’). Esta elección no es arbitraria; se busca un crecimiento rápido y una sombra densa, vital en el clima de Toledo, además de una alta resistencia a la contaminación, el calor, la sequía y las heladas. Al no producir frutos, se evita la suciedad en el pavimento y se reduce el mantenimiento, mejorando la experiencia del visitante. ¡Una decisión muy inteligente desde el punto de vista del urbanismo botánico!.
El compromiso con el enriquecimiento botánico del parque es constante. Tras las tormentas de 2021, se plantaron 28 nuevos árboles, y el “Plan de Arbolado 24-25” de la ciudad continúa incluyendo al Parque de Nara como foco de nuevas plantaciones de árboles y arbustos. Especies como almeces (Celtis australis), fresnos (Fraxinus sp.) y arbustos como la salvia (Salvia sp.) también forman parte de estas iniciativas, priorizando siempre especies resilientes y de bajo mantenimiento.
En el estrato arbustivo, el parque nos deleita con rosales (Rosa spp.), adelfas (Nerium oleander L.), enebros rastreros (Juniperus horizontalis Moench), una cultivariedad de romero (Rosmarinus officinalis L. ‘Prostratus’) y el siempre sorprendente madroño (Arbutus unedo L.). Los setos, que a menudo delimitan diferentes áreas, están dominados por el durillo (Viburnum tinus L.), el aligustre de China (Ligustrum lucidum Ait.) y una cultivariedad enana del botonero de Japón (Euonymus japonicus Thunb. ‘Microphyllus’).
Y no podemos olvidar las amplias zonas de césped, que cubren más de la mitad del parque (5,67 hectáreas, el 59,4% de su extensión). Estas praderas están compuestas por diversas especies de gramíneas como Agrostis spp., Lolium spp. y Poa spp..
El Reto Invisible: Aerobiología y Alergenicidad en un Entorno Urbano
Mientras nos maravillamos con la diversidad botánica del Parque Ciudad de Nara, es crucial abordar un aspecto técnico que afecta la salud de muchos ciudadanos: el potencial alergénico de su flora. Aquí es donde la aerobiología, el estudio de las partículas biológicas transportadas por el aire, entra en juego.
Para cuantificar este riesgo, se utiliza el Índice de Alergenicidad Potencial de los Espacios Verdes Urbanos (IUGZA). Este índice asigna un valor entre 0 y 1, donde un valor superior a 0,3 ya se considera suficiente para causar síntomas de alergia en la población expuesta. En el caso del Parque Ciudad de Nara, se ha calculado un IUGZA de 0,32, lo que lo sitúa en un nivel de riesgo “medio”. Esto nos indica que, aunque no es de los más problemáticos a nivel general en Toledo, su flora sí puede generar molestias significativas para personas alérgicas.
¿Qué especies contribuyen más a este índice en el Parque de Nara?
- El plátano de sombra (Platanus orientalis L. var. acerifolia Dryand in Aiton) es, de lejos, la especie que más contribuye al IUGZA del parque, aportando 0,236 al índice total. Este árbol es profusamente cultivado en Toledo y en toda España por su rápido crecimiento y su densa sombra. Su polen anemófilo es muy abundante y de alta alergenicidad, y aunque se dispersa a cortas distancias, alcanza concentraciones muy elevadas cerca del foco de emisión.
- Los olmos (Ulmus spp.) también tienen una contribución significativa. Aunque su polen tiene una alergenicidad individual menor que el del plátano o el ciprés, su gran abundancia en los parques toledanos los convierte en un factor importante.
- El olivo (Olea europaea L.) y la morera (Morus alba) son otras especies que, aunque quizás menos abundantes de forma general, se concentran en puntos específicos del parque y su polen, de alta alergenicidad, puede influir notablemente en el índice IUGZA de esas zonas. El polen de olivo, por ejemplo, puede viajar largas distancias.
- Otras especies mencionadas que suman al índice general incluyen el pino piñonero (Pinus pinea), el arce negundo (Acer negundo L.), la encina (Quercus ilex) y el ailanto (Ailanthus altissima). Cabe destacar que el ailanto es una especie invasora cuya presencia es habitual en los parques toledanos. Los cipreses (Cupressus sempervirens L., Cupressus arizonica Greene), aunque con menor volumen de copa que otras especies en general, su elevado potencial alergénico los hace de especial relevancia.
Es importante entender que la densidad arbórea no siempre se correlaciona directamente con la alergenicidad potencial. El Parque de Nara, con una densidad media de casi 250 individuos por hectárea, tiene un IUGZA medio. Sin embargo, son las agrupaciones de especies altamente alergénicas las que suelen ser problemáticas, como ocurre con las alineaciones de plátanos de sombra en la vía principal del Parque de Nara. La cercanía de los parques urbanos a las viviendas y la dificultad de dispersión del polen en el entramado urbanístico pueden intensificar los problemas de salud en la población alérgica.
La Comunidad Cultiva su Entorno: “Apadrina un Parque”
Más allá de la botánica y la historia diplomática, el Parque Ciudad de Nara es un espacio profundamente arraigado en la comunidad local. Una de sus iniciativas más destacadas es el proyecto “Apadrina un parque”.
Esta colaboración entre el Ayuntamiento de Toledo y centros educativos locales, como el Colegio Garcilaso de la Vega, cede a los estudiantes una sección del parque para que la cultiven y cuiden. Este espacio, vallado y con acceso propio, se divide en dos zonas didácticas:
- Un huerto urbano con bancales de madera ecológicos, ideal para que los escolares aprendan horticultura de forma práctica, cultivando posiblemente fresas, tomates, calabacines, acelgas o lechugas.
- Un jardín ornamental, centrado en la estética y la biodiversidad, con la plantación de arbustos, plantas decorativas y árboles de pequeño porte.
El objetivo de este “recurso didáctico” es claro: dotar a los alumnos de conocimientos prácticos sobre el medio ambiente, el consumo responsable, la higiene y la alimentación saludable. El Ayuntamiento apoya la iniciativa acondicionando las parcelas y suministrando sustratos ecológicos y herramientas de jardinería. Este proyecto convierte al Parque Ciudad de Nara en un aula viva y dinámica, fomentando la alfabetización ambiental y un fuerte sentido de pertenencia cívica desde una edad temprana.
El Parque de Nara es un enigma del Diseño Japonés: ¿Un Homenaje Sutil o una Aspiración Latente?
Llamarse “Parque Ciudad de Nara” no es un detalle menor. El nombre evoca de inmediato la imagen de los serenos jardines japoneses: caminos de grava, rocas cuidadosamente dispuestas, arces rojos, linternas de piedra, estanques con carpas y cerezos en flor. Y sin embargo, al recorrer este parque de Toledo, esa atmósfera tan característica no se materializa.
Al revisar tanto las fuentes documentales como el diseño sobre el terreno, no se encuentran elementos reconocibles de la estética paisajística japonesa ni una selección significativa de flora vinculada a esa tradición. La conexión con Nara —la ciudad japonesa hermanada con Toledo desde 1972— se percibe más como un gesto simbólico que como una expresión paisajística intencionada. Es decir, el homenaje existe solo en el nombre, no en la experiencia del visitante.
Esto no es una crítica al valor general del parque, que cumple sobradamente su función como espacio verde y lugar de encuentro vecinal. Pero sí deja una sensación de desaprovechamiento. Cuando se crea un parque con el nombre de una ciudad con tanta carga cultural y estética como Nara, se espera algo más: un mínimo guiño visual, conceptual o botánico que lo conecte de verdad con el imaginario japonés.
La ausencia de elementos como la asimetría natural (fukinsei), la simplicidad esencial (kanso) o la integración sutil del ser humano con el entorno (shizen) no solo limita la identidad del parque, sino que también debilita el mensaje del hermanamiento. ¿Cómo se honra a una cultura si no se le presta atención en los detalles?
Reivindicamos, por tanto, la necesidad de revisar este aspecto. Incorporar —aunque sea de forma parcial— ciertos elementos de diseño inspirados en los jardines japoneses, o especies vegetales más representativas, no solo enriquecería la experiencia sensorial del visitante, sino que daría coherencia y profundidad a un espacio que pretende simbolizar una amistad entre ciudades y culturas.
Un nombre tan cargado de significado merece algo más que un cartel: merece una puesta en escena que haga justicia a esa inspiración. Porque si los parques también cuentan historias, ésta aún está por escribirse del todo.
Reflexión Final: Un Legado Vivo y en Crecimiento
El Parque Ciudad de Nara es mucho más que un simple espacio verde; es un testimonio vibrante de lazos culturales, un aula al aire libre y un punto de encuentro vital para la comunidad de Buenavista. Su rica diversidad botánica, gestionada con criterios de sostenibilidad y salud pública, es un reflejo de los desafíos y aciertos de la jardinería urbana moderna. Desde las elecciones de especies resistentes y adaptadas al clima toledano, hasta la integración de proyectos educativos que siembran conocimiento y respeto por la naturaleza, este parque demuestra cómo los espacios verdes pueden ser embajadores silenciosos, contando historias de intercambio cultural y valores humanos compartidos a través del lenguaje universal de la flora.
Así que, la próxima vez que te encuentres en Toledo, no dejes de visitar el Parque Ciudad de Nara. Recórrelo con ojos de botánico, busca sus especies emblemáticas, reflexiona sobre su historia y la complejidad de su gestión aerobiológica. Descubrirás un legado vivo, en constante crecimiento, que sigue evolucionando y prometiendo nuevas sorpresas con cada visita.
EDITADO 13/06/2025: Durante una reciente visita al parque, hemos observado con sorpresa y entusiasmo la plantación de varios ejemplares de Liquidambar styraciflua en torno a la plaza semicircular, así como de Juglans regia a lo largo de la senda central. Se trata de dos especies muy interesantes y poco comunes en nuestros parques, lo cual nos alegra profundamente.
No obstante, es importante señalar que, aunque ambas presentan un potencial alergénico considerado bajo o moderado, la nuez del nogal (Juglans regia) figura entre los 14 alimentos con mayor riesgo para personas alérgicas, según las normativas alimentarias. Por ello, se recomienda extremar las precauciones, especialmente con la presencia de niños, quienes podrían entrar en contacto o ingerir los frutos sin conocer su posible peligrosidad y sin la supervisión de un adulto.

